Tan lejos como quiera

Hemos alcanzado el punto de no retorno. A estas alturas somos como fichas de dominó a cámara lenta. Una vez cae la primera, poco a poco el resto van detrás. A veces para mal, pero la gran mayoría por una buena causa. Ya lo decía Berlín: A veces la distancia es la única forma de encontrar la paz. Cortar por lo sano pero también porque es sano. Darse a uno mismo la oportunidad de conocer nuevas perspectivas, de dejarse inspirar. Si hay algo bueno para lo que sirve romper es para dar paso al siguiente. Si nunca rompiéramos con nadie, seguiríamos con la misma gente de la guardería. Pero así, nos damos la oportunidad de conocer a alguien mejor. Es un hecho irrefutable que somos reemplazables, pero no repetibles. De poco nos sirve aferrarnos siempre a la misma gente bajo la excusa de que hay lazos que nunca se rompen. Hasta un nudo marinero se acaba rompiendo, por mucho que aguante. Y con esto no quiero decir que haya que empezar de cero y dejar de lado a todo el mundo, sino que debemos ver más allá.  Somos demasiado jóvenes para limitarnos. Para vivir en nuestra zona de confort hasta que alguien nos eche de ella. Se nos ofrecen muchas más oportunidades de las que aprovechamos. Nos cruzamos constantemente con personalidades que merecen la pena, y ni nos paramos a plantearnos conocerlas. Querer a alguien también es saber dejarle marchar, y jugando con el futuro la victoria nunca está garantizada. No tenemos por qué sentirnos culpables de haber perdido contacto con alguien. Las relaciones se basan en momentos que in situ nos parecen insuperables. Y es de vital importancia saber disfrutar de esos instantes porque vienen con fecha de caducidad. Pero madurar es aceptar los cambios, dejar que las cosas sigan su curso. Despedir  y recibir. Confiar en que no muy lejos nos espera algo igual de gratificante, o incluso mejor. 
A veces simplemente necesitamos tomar distancia, alejarnos de todo por un tiempo. Para algunos eso significará apagar el móvil unos días, para otros, evitar el contacto. Aprender a estar bien con uno mismo, hacer nuestra felicidad independiente. Ponerle fin a las historias no siempre es algo que queramos hacer, pero sí algo que debemos hacer. Creo que nos haríamos un gran favor a nosotros mismos normalizando el decir: “Necesito tomar distancia”. “Tengo que dejarte ir. Quiero dejarte ir”. Ni siquiera creo que necesitemos una excusa para eso. No creo que tenga que haber un hecho determinante. ¿Quién dice que una relación no puede acabar en buenos términos? De todas formas, la universidad iba a poner fin más de una, eso seguro.

 

 
  • No hay puntuaciones ¡sé el primero añadir una!