Sólo uno más

Un día más es un día menos, y eso es lo que nos queda de verano. Un verano esperado y disfrutado. Un verano diferente al resto porque veranos no hay dos iguales.

De tres meses que se nos escurrieron de las manos nos quedaremos con decenas de Polaroids, vestidos de blanco en fiestas ibicencas, quedadas por la noche en la piscina, fines de semana saliendo cuatro días non-stop, durmiendo un máximo de cinco horas diarias en una tienda de campaña, porque tiempo a descansar ya tendremos de muertos. Escuchando el ruido de las hojas y el viento en el techo, las risas frente a frente compartiendo auriculares. Confesiones de nuestra versión más sincera a las seis de la mañana. Vacaciones familiares al margen de todo por unos días. Cumpleaños en casas que parecen embrujadas, explorando cada rincón entre telas de araña y cartas en cursiva del 53. Seis horas esperando por Leiva valieron la pena cuando nos dejamos la garganta cantando sus clásicos con la piel de gallina. Pasando de cama en cama porque donde caben dos, caben tres. Y cuatro, incluso cinco si hace falta. Tardes de playa con el viento soplando fuerte y la arena en la cara. Romances, si es que se les puede llamar así, que lo mismo duran meses como dos días contados. Comidas y cenas improvisadas pero a lo grande, o de bienvenida, o sorpresa por un cumpleaños. Con piscina y ping pong. Amistades nuevas, perdidas y fortalecidas. Extranjeras que vuelven a casa un año después. Periodos de hundirse en silencio, sentirse fuera de lugar, conseguir readaptarse y empezar a disfrutar. No sé si es el calor, la salitre, las líneas del moreno, los atardeceres lentos, los destellos en la pupila, las tardes eternas o las noches en la terraza, pero de junio a agosto somos la mejor versión de nosotros. En mayor o menor medida, hoy llega la nostalgia, la incertidumbre, los nervios, las ganas, el miedo… Pero la vida son etapas, e igual que todo lo bueno se acaba, lo malo también. Así que por última vez antes de dormirnos, vamos a mirar hacia arriba y exhalar un profundo suspiro, sabiendo que nos espera un curso duro pero con esperanzas de que todo esfuerzo tenga su recompensa. A por todas.

 
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