″Quem não viu Lisboa, não viu coisa boa″ (FIN)
- Por saramillor
- El 23/12/2019 a las 17:08
Jueves, 19 de diciembre. Visita matutina a la Biblioteca Nacional de Portugal, esta vez para ver de cerca el Cancioneiro Nacional, donde desde el siglo XIV están manuscritas las cantigas de Martín Códax. Si te acercas un poco y pones atención puedes leer en cursiva: Ondas do mar de Vigo, se vistes meu amigo… En un día tan lluvioso lo mejor que pudimos hacer después fue meternos en el museo Calouste Gulbenkian y dejarnos absorber por distintas culturas. Desde el arte egipcio y del Extremo Oriente hasta la pintura y escultura francesa e inglesa. Un viaje de siglos atrás en el tiempo en hora y media. Parando unos minutos en el arte barroco neoclásico del siglo XVIII entramos en la basílica da Estrela hasta que el frío nos cala los huesos y se nos congela el aliento. Una siesta en el bus para entrar en calor hasta que volvemos al 2019 en el centro comercial Vasco da Gama, con tres plantas, un techo de cristal y 170 tiendas. Después de un sándwich de queso Brie fundido con jamón serrano y rúcula tocaba ver escaparates hasta aburrirse. Habiendo robado una bufanda por accidente acabamos en una mesa saboreando un helado de frambuesa mientras nos inventábamos los nombres y las historias de la gente que pasaba por delante. De camino al autobús, Alba posa sonriente para mi mientras al fondo brillan estrellas y guirnaldas de navidad suspendidas en el aire. Aquella noche volvimos al hotel empapadas y sin nada para cenar, y arriesgando al máximo los treinta euros de fianza, se tiró la casa por la ventana.
Viernes, 20 de diciembre.
A las ocho estábamos todos desayunados, con las maletas listas y devolviendo la tarjeta de la 1007 a la recepcionista de lo que aquellos cuatro días había sido nuestra casa: El hotel 3K Barcelona. Entre mantas, cascos y almohadas de viaje dormíamos con el sonido de la lluvia en los cristales del autobús hasta que Vicente nos despertaba hablando por el micrófono para hacer una parada en Coimbra. Una cookie, un Kinder Bueno y una infusión en la cafetería de la universidad antes de pelear un poco más con el viento hasta que me rompe el paraguas. La lluvia me cala los zapatos y el abrigo termina goteando, empapado. Todavía nos quedan seis horas más, y parece que no pasa el tiempo. Comemos en el primer bar que encontramos y ya con la voz tomada y el pelo encrespado contamos los minutos hasta llegar a casa, cuando ya casi es de noche. Con un par de besos y abrazos, un “Felices fiestas y feliz año” y unos cuantos “¡Cómo te voy a echar de menos!” muy exagerados nos despedimos de nuestros compañeros y del instituto hasta el 2020. FIN.
[EPÍLOGO]
Estos últimos años han sido un periodo de cambio constante en todos los sentidos. De idas y venidas, literalmente. De aprender a meter en una maleta todo lo que necesito, todo lo que quiero. De anotar todos los detalles y escribir sobre ello para que nunca se me pueda olvidar. De conservar recuerdos en Polaroids y fotos editadas con VSCO. La Sara de siempre. Como fue en Francia, Inglaterra, Italia, Estados Unidos y ahora Lisboa. En el momento en que la galería no está llena, me falta algo. Después de haber dejado una familia al otro lado del charco, tengo que admitir que un poco de miedo sí que tenía de volver a empezar de cero por segundo año consecutivo. Siempre intentando que no pareciera que no consigo conservar nada, que todo el mundo se me escapa. Que la estabilidad no es para mi. Pero si hay algo que una vez ganado no me lo puede quitar nadie es la capacidad de adaptación a cualquier país, familia, grupo o instituto. Desde el primer día me sentí en casa. Poco a poco me fui ganando a mis compañeros entre galletas y favores. Lisboa fue el primer viaje que no acepté de inmediato. Porque en realidad no conocía tanto a mis compañeros, y no dejaba de ser la nueva. Pero me superaban las ganas de vivirlo, a cualquier precio. Así que me busqué dos compañeras de habitación y dije que sí. Por eso ahora que se acabó y cada uno está de vuelta en su casa por navidad, quiero dejar constancia por escrito de los mejores momentos que me llevo. Gracias.