Sobre el presidente que quiere Oklahoma













El próximo 3 de noviembre tendrán lugar en Estados Unidos las elecciones presidenciales, donde el candidato demócrata Joe Biden (asociado con Kamala Harris) intentará vencer al actual presidente republicano, Donald Trump (asociado con Mike Pence). Adicionalmente en el marco político se sitúan también el partido libertario (Libertarian Party) y el partido ecologista (Green Party), aunque con menor representación.  La sorpresa de este año será el estreno del rapero Kanye West como candidato por el partido independiente Birthday Party, cuya decisión fue tomada por muchos como una simple broma. 

El objetivo del presente artículo no es más que informar sobre la realidad americana de la mano de quienes mejor la conocen: sus habitantes. Concretamente, 90 nativos del estado de Oklahoma. 

Oklahoma se caracteriza por ser un sólido estado rojo, lo que implica que entre sus votantes predomina el voto republicano. Pero aunque obtuvieron los resultados deseados en las pasadas elecciones, no han sido cuatro años fáciles para su presidente: desde conflictos con México por la construcción de una frontera y el impedimento de la entrada de refugiados hasta afrontar una pandemia y paliar la crisis del Covid-19, controlando el movimiento antirracial Black Lives Matter bajo una constante presión mediática. Tras situaciones tan drásticas y polémicas, ¿seguirán los votantes republicanos de Oklahoma fieles a su líder u optarán esta vez por confiar en las promesas de Biden? 

Como de costumbre, las redes sociales se han encargado de recolectar diversas opiniones, que en el caso de Biden podrían resumirse con un hashtag un tanto conformista: #settleforbiden (Confórmate con Biden). Settle for Biden es un grupo formado por simpatizantes de la demócrata Elizabeth Warren y el progresista Bernie Sanders que, citando literalmente sus palabras, “reconocen los defectos de Joe Biden pero saben que su nación no sobreviviría a otros cuatro años de Donald Trump. Biden no es fantástico, pero Trump es mucho, mucho peor.” Esta perspectiva de cierta resignación ante el porvenir del país podemos observarla en las declaraciones de algunos de los participantes en la encuesta:

Odio cómo el hecho de votar en este país se ha convertido en ¿Qué siniestro viejo blanco es mejor?”, pero no me gustaría vivir otros cuatro años con Trump en el poder. 

Realmente no hay ninguna buena opción, estamos votando al mejor de los dos demonios. 

Ni Trump ni Biden harán ningún bien para el país.

Biden no es mi primera opción, como tampoco lo es para muchos otros votantes… Pero es mejor que Trump.

Nunca he tenido tanto miedo de unas elecciones, estamos acercándonos peligrosamente a ser un sistema unipartidario. Que Dios nos ayude. 

Esto ha tenido como consecuencia la decisión de algunos de abstenerse de su derecho a voto, o bien de redirigir el mismo hacia una tercera fuerza política de menor representación, aunque esto pueda significar su “desperdicio”.

Ya que vivo en un sólido estado rojo (entre cuyos votantes predomina el voto republicano), espero que votar a un tercer partido pueda ayudar a alcanzar el 5% mínimo para ser elegible al financiamiento federal, creando así una mejor opción. 

El pasado político del líder demócrata, al igual que el de otros integrantes del partido, sigue causando desconfianza en algunos votantes, que se muestran firmes en su decisión.

Biden ha intentado recortar la Seguridad Social en tres ocasiones. Perjudicó a los titulares de tarjetas de crédito con altas cuotas, intereses y deudas que no pudieran ser canceladas en bancarrota, medida también apoyada por Hillary Clinton. También a los estudiantes que no pueden pagar sus deudas de préstamos estudiantiles en caso de quiebra. Como senador, elaboró la Ley de Control de Delitos Violentos y Refuerzo de la Ley (Violent Crime Control and Law Enforcement Act), promulgada por Bill Clinton en 1994, que encarceló desproporcionadamente a la población y a ciertas minorías. Trató de acabar con los privilegios de los veteranos de guerra. Apoyó a los ladrones de Wall Street en el rescate de 2008 y votó en contra de los autorescates. Se alió con McConnell para hacer permanente la bajada de impuestos de George Bush. Fue partidario del acuerdo de libre mercado norteamericano (North American Free Trade Agreement), el cual Trump denominó como “el peor acuerdo de mercado firmado jamás” y de la guerra de Iraq. 

Los candidatos demócratas son corruptos, despreciables y parte de los mayores escándalos en la historia de EE.UU.

Biden no es más que una marioneta controlada por los demócratas. 

Me preocupa su salud mental, no creo que esté capacitado para gobernar un país.

No obstante, también encontramos aquellos que sí encuentran en Joe Biden la oportunidad de cambio definitiva que quite a Trump de su oficina y su círculo de poder. 

Biden sigue unas políticas genuinas, tiene experiencia y entendimiento en política. Biden valora los derechos humanos básicos. 

Votar a Joe significará tener normalidad y paz en la Casa Blanca. Creo rotundamente que la presidencia debe ser llevada a cabo por alguien competente que genuinamente se preocupe por la población, y no solo por aquellos simpatizantes de su partido. Espero que Joe y Kamala (Harris) hagan de América un modelo a seguir y no la marioneta en la que nos hemos convertido.

Espero que se mantenga firme en sus promesas de cambio y demuestre que puede ser un buen presidente. 

Votaré a Biden confiando en sus propuestas de cambio respecto al Covid, el racismo, la homofobia y el sexismo.

Apoya a la comunidad negra, el movimiento Black Lives Matter y al colectivo LGTBQ+.

En la otra cara de la moneda están los fieles defensores año tras año del famoso Make America great again (Haz América grande de nuevo), que resaltan el respeto de su presidente por los valores tradicionales y su fuerte personalidad, y confían en que sabrá llevar al país por el camino de la prosperidad. Más allá de eso, aseguran que los hechos hablan por sí solos.

Trump no se centra en uno sino en muchos de los problemas que afectan actualmente a nuestro país, como el tráfico de menores y la brutalidad policial. Económicamente, ha mejorado notablemente la economía del país. Antes de la crisis del Covid, teníamos la mejor economía de nuestra historia. Actualmente, está incluso peor que en la gran depresión de 1930, por lo que confío en su capacidad de solucionar este problema económico.

La tasa de desempleo antes del Covid era la más baja de nuestra historia, y nuestro ejército nunca ha sido más fuerte.

Es la única opción lógica para devolverle el orden a este país y permitirle prosperar.

Voto a Trump porque no va a cavar para la multitud de izquierda radical y es el guardián del sueño americano.

 Trump es el único de nuestros cinco últimos presidentes que no nos ha llevado a la guerra. 

Su apariencia externa puede que no sea la que los americanos quieren ver, pero tiene la actitud y la determinación necesarias para devolver América a su antigua gloria. 

Lo cierto es que la situación sanitaria actual supone un gran reto para cualquier presidente. La población no dejará de reclamar cambios hasta conseguir mejoras, y su líder deberá estar a la altura.

Prácticamente todas las cuentas de Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades son incorrectas, lo cual perjudica a las familias de clase trabajadora que no podrán pagarse un seguro médico. 

Los últimos meses del presidente han sido una sucesión constante de ataques (por ambas partes), malentendidos y comentarios sacados de contexto en los medios de comunicación. Pero si hay algo que de verdad le caracteriza es su determinación por establecer el orden y reafirmar la ley a cualquier coste, incluso si ello implica recurrir a las fuerzas de seguridad y a la violencia. Más allá del debate moral al que dichas acciones podrían conllevar, sus votantes lo tienen claro:

Trump está ahí para ser nuestro presidente, no nuestro amigo. 

Tampoco es noticia que una figura tan aclamada, cuyo poder nunca debe ser subestimado y cuyas declaraciones generan tanta polémica no sea santo de devoción para miles de americanos, ni siquiera en un estado en el que tiene las de ganar. 

Trump ha dividido nuestra nación. 

Trump ha causado demasiado daño, muerte y violencia en este país. A través de sus políticas, tuits y discursos nos ha demostrado que ni le importa la vida de nadie ni valora a sus ciudadanos.

Trump solo valora al 1% y a los supremacistas blancos. No deberíamos tener un presidente apoyado por el KKK.

Cualquiera menos Trump.


En cualquier caso, el gigante rojo amenaza de nuevo por la ruta 66. ¿Podrá la oposición frenarle esta vez? En dos meses saldremos de dudas.

 

 
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