Discurso Graduación 2018.
- Por saramillor
- El 26/06/2018 a las 22:07
Apuesto a que para la mitad de los presentes somos sólo un grupo más que hoy se gradúa. Y además de la ESO. Si aún fuera de fin de carrera... Pst, esto es simplemente un acto simbólico.
Seguramente desde fuera parecemos un grupo de adolescentes más o menos dividido, de mayor o menor tamaño, sin mayor relación que la que compartimos de lunes a viernes y en alguna que otra quedada para hacer trabajos de clase. Pues bien, dejadme deciros que os equivocáis. El grupo que hoy despide esta etapa no es cualquier grupo.
Y no, no somos diferentes porque en él haya cuatro Saras y tres Nereas, ni porque en las excursiones tratemos a los profes de papá y mamá. Somos diferentes incluso por el hecho de ser tan iguales, por discutir más cuanto mejor nos llevemos y por no hacer caso de lo que nos digan, aún sabiendo que es únicamente por nuestro bien.
Para el bien de algunos y el mal de otros, somos un grupo donde no falta diversidad de ningún tipo. Diversidad que nos ha acompañado a lo largo del camino, quizás desde el principio, y que poco a poco hemos conseguido visibilizar. Porque a la hora de querernos somos todos iguales. Por ello gracias, compañeras.
Podría decirse que somos un grupo dado a llevar nuestros sentimientos al límite. Preguntadle a las azafatas del aeropuerto de Milán, sin ir más lejos. Con esto sólo intento que entendáis que hayamos salido por la puerta de embarque sin rumbo fijo ni cabeza, dejando atrás una semana que se quedará en un nudo en la garganta, pero bien grabada en nuestra retina.
Como un pequeño punto en contra, pero sin afán alguno de cambiar, somos la mezcla perfecta de dinamita por las mañanas, pero sobre todo por las noches. El quebradero de cabeza para cualquiera que no sepa entendernos. Eso que cara al público da tan mala imagen, pero desde dentro es adrenalina constante.
Por suerte, contamos con unos pilares que llevan entendiéndonos siempre. Con esfuerzo, paciencia, dedicación, y sobre todo con mucho amor. Puede que ellos, nuestros maestros, los presentes y los que no, con el tiempo vayan dándose cuenta de que los cuadros, ramos de flores, bombones y fotos en sus despachos son una muestra de todo el agradecimiento que no sabemos decirles con palabras.
Está claro que cuatro años, o alguno más, son un periodo de tiempo totalmente relativo. Que habrá gente que quiera irse de una vez, sin importarle nada más que poder empezar de cero. Pero una cosa está clara. No es la duración más larga sino la más intensa la que nos llevamos al cerrar una puerta. Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que el instituto ha sido una etapa de esas tan felices, aunque igual haya que rebuscar un poco, que sólo se viven una vez. Por ello, nos hemos esforzado estos años para dejar huella a nuestra medida, por mínima que fuera, en sus pasillos, su biblioteca, su patio, su gimnasio y ante todo en su gente. Tanto en esa que nos ha hecho crecer como personas como en quien nos ha hecho tropezar, haciendo el camino algo más difícil.
Entonces llega el momento en el que coges el diploma y echas la vista atrás. Y vuelves a conocer a todos y cada uno de los que están en la orla, de los que un día estuvieron y de los que se quedaron atrás. Por un segundo lamentas que tu memoria no sea infinita. Solo te queda mirar al frente, despedirte de todos por un tiempo indefinido e irte por la puerta grande de la ESO, dejándola entreabierta…
Gracias a todos, por tanto.