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Una última lección.
- Por saramillor
- El 02/09/2017
Parece que septiembre se presenta con una maleta bajo el brazo y dejando un par de lágrimas... No se muy bien qué decir, después de tanto tiempo sin escribir algo decente. Muy a mi pesar, escribo unas cuantas líneas a alguien mucho más sabio que yo. Alguien que me aconsejó siempre de la mejor manera. Alguien que vio la tranquilidad en mis caras serias. Que unió, todavía más, algo que ni ella sabe. Que no se rindió cuando las cosas no salían bien. Que enseñó mucho más de lo que enseña un profesor cualquiera. Sé que sólo hemos compartido un año, pero que detrás se lleva muchos momentos, buenos y malos, que nos unieron un poquito más. Desde un principio vi algo en ti que me transmitía confianza. Tú eras como mi tutora de primaria, con la que compartí algunos años más, y que me enseñó grandes valores. Ya no sólo sois similares interiormente, sino también en el exterior. Esa tez blanca y suave, ese pelo negro y esa sonrisa. Ella me animó a comenzar una pequeña historia hace años y, en parte gracias a ti, hoy escribo este blog. De ella me despedí el año pasado de casualidad, y hoy me despido de ti. He de decir que el correo ya lo leí ayer por la noche, pero no estaba en condiciones de responder. Soy muy mala para esto de las despedidas...! Sin duda este año va a ser muy diferente para las dos, pero estoy segura de que lo afrontaremos con éxito. Es una pena que no vayas a verme con el pelo tan corto como lo tengo ahora...
Sinceramente, me hubiera gustado estar cara a cara cuando te despidieras. Haber compartido un último momento. De cualquier modo, te deseo lo mejor donde quiera que vayas de aquí en adelante. Gracias por tanto, maestra. (A)
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Un cumpleaños con sorpresa inversa.
- Por saramillor
- El 20/08/2017
- En SQUAD
Llevábamos por lo menos dos horas esperándola. Los cinco sentados a la mesa. Con las velas parcialmente consumidas en el pastel. El número 6 se había caído encima de la nata y había estropeado el decorado. Los globos y la decoración ya no tenían gracia, y de fondo sonaba una canción demasiado sentimental, de las de fuera de la playlist para un cumpleaños. En nuestras caras se podía ver la decepción y la incertidumbre por aquella situación. Ni cogía el teléfono ni respondía los mensajes. Ni siquiera los recibía. Parte de los aperitivos nos los habíamos comido, y ya no quedaba Coca-Cola. Lo único que seguía intacto eran los regalos, que con tanta ansia habíamos comprado y envuelto para una ocasión tan especial. Pero nadie tenía pensado recoger todavía. ¿Qué razón podía haber para que nuestra amiga llegara tan tarde? Inmersos en el silencio que sólo rompía la música, nos sobresaltó el ruido de unos tacones acercándose a la puerta y unas llaves. Rápido! Preparad el confetti!
Clac, clac... PAM! PAM! SORPRESA!! Unos segundos después, el confetti nos permitió verla. Seria, sorprendida, nerviosa, con una nota en la mano.
-...Susana?
-Chicos, Lidia se fue esta mañana muy temprano. Se llevó toda su ropa y ni siquiera se despidió. Dejó esto es para vosotros... Lo siento.
Nos entregó una caja de madera con un letrero pegado, y dejó de nuevo la casa. Para la Squad.
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Una extraña muy conocida
- Por saramillor
- El 26/07/2017
Cuando ya nadie lo esperaba, volvió. Con una apariencia totalmente distinta a la que yo recordaba, aparentando normalidad. Se había presentado hace una semana en la recepción del edificio, preguntando por un cuarto vacío en el que poder hospedarse un tiempo. Sin opción a cambio, se acomodó en la habitación 21, enfrente a la mía. Aunque todo había quedado en el pasado, no acababa de confiar en ella. Siempre masticando chicle, precavida y segura de sus pasos. Sabía que en las noches estrelladas subía a la azotea sin malas intenciones, y a altas horas de la madrugada, bajaba a la cocina a por una infusión. Ambas teníamos una rutina muy marcada, antes más que ahora, pues nuestras vidas lo exigían. Yo tampoco era de acostarme pronto, por lo que en ocasiones escuchaba golpes secos contra los muebles, y profundos suspiros de agobio. Al contrario, por las mañanas era otra persona. Siempre fresca y alegre. Cogía una manzana verde del frutero y se sentaba con nosotros a charlar. Esquivaba con éxito los temas peligrosos y nosotros evitábamos las preguntas incómodas. Más allá de no querer parecer entrometidos, dos de nosotros estábamos involucrados en lo mismo que ella, a pesar de que cinco años habían sido suficientes para esconderlo a la perfección. Pero con ella en el edificio debíamos evitar que algo saliera a la luz.
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Cartas que no entienden de un adiós.
- Por saramillor
- El 22/07/2017
Hola, compañero... Feliz cumpleaños! Hoy nuestro refugio está lleno de cartas, flores y globos, seguro que te encantaría. Creo de verdad que nos cuidas, porque estás en todas partes. Y aún asi te echo de menos, cómo no. Hace dos años y medio que el rincón de pensar se volvió el sitio más frecuentado de la casa, que la mesa de la izquierda está vacía y que el billar es un juego de uno. Intento salir de la rutina y me encuentro con tu foto en la funda del móvil, con tu sudadera favorita en mi armario. Cada 16, revuelvo el baúl amarillo de la esquina con todos esos regalos que nos fuimos haciendo, y lloro hasta quedarme dormida, tirada en el suelo. No te creas que no doy levantado cabeza, no es así. Ya hace tiempo que he vuelto a hacer lo más parecido posible a vida normal, a salir con el grupo, a escrbir. Pero bueno, basta de hablar de mi. Supongo que querrás saber de tu madre, no? Bueno, tiene días mejores y peores. Pero todos los martes, sin excepción, salimos a pasear y a cambiarte las flores marchitas por otras nuevas. Siempre te ponemos un par de rosas blancas, que lo sepas. Tu padre nos acompaña a veces, cuando no tiene mucho trabajo, pero prefiere ir por su cuenta. Tu querida hermana mayor se ha ido fuera un tiempo, lo necesitaba. Se fue a Londres, a casa de vuestros abuelos, encontró un trabajo allí. ¿Y sabías que tu mejor amigo también te escribe cartas? Aunque las tiene guardadas en una caja, bajo llave. Ya sabes cómo es él para estas cosas... Por cierto, estamos saliendo. Seguro que te lo esperabas. Nos estamos ayudando mucho, la verdad. Pero sin engañarnos...el instituto no volvió a ser lo mismo. Ya no hay castigos compartidos ni competencia de notas. Sin ti no tengo quien me rete en historia, quien me enseñe a jugar al fútbol en gimnasia. Ah, y se me olvidaba hablarte de tu chica. Esa que tanto te amaba y que tanto te prometió. Bien, pues todas esas promesas fueron en vano. Creo que un par de semanas más tarde ya estaba con otro chico, pero lo que si te puedo asegurar es que su reflejo lloroso no se vio relfejado en el cristal de tu nicho ni una sola vez, porque ella no pisó el cementerio ni para decirte adiós. Siempre con nosotros, hermano. Espero que ahí arriba te traten como mereces. Te quiere, S.
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Una noche confusa
- Por saramillor
- El 11/07/2017
- En SQUAD
Bip, bip, bip...!
Me desperté de golpe, sobresaltada por el sonido de la alarma. Le di un toque para apagarla y volví a cerrar los ojos, acurrucándome entre las mantas. Eran sobre las ocho de la mañana en casa de Lidia, y algún rayo de sol ya quería colarse por las ranuras de la ventana. Tenía la boca seca, muy seca, pero no me apetecía nada levantarme a por un vaso de agua. Cuando abrí ligeramente un ojo vi a Adri, prácticamente en el suelo y con un cojín en la cara. En cambio, Lidia dormía en el otro lado del colchón perfectamente tapada, con su cara de angelita de siempre.
-Eehh...Hola!? Como he llegado yo aquí? Sara?
-Adri, tía. Como seguimos metiéndonos en este tipo de situaciones?
-Tres años juntas y sigo sin saberlo. No se suponía que dormíamos cada una en su casa?
-Algo no fue como debía... Lo tengo todo muy borroso.
Después de algunos minutos intentando reconstruir los hechos sin demasiado éxito, decidimos revisar nuestros móviles. Tenía varios mensajes de Nacho. "Dónde estáis?" "Ya nos vamos" y un último de hace media hora: "Aquí pasa algo raro..." "Juan está con vosotras?"
Ninguna de nosotras sabíamos nada de él. Después de algún que otro mensaje de audio confuso, nos quedaba revisar las galerías. Todas las fotos eran en casa de Lidia, nada extraño. Pero después de las siete y media de la tarde no había ningún archivo. Dudamos en despertar a nuestra amiga, pero optamos por no hacerlo. Ya había luz de sobra en aquella habitación, y el hambre empezaba a atacar. Habíamos ido muchas a veces a aquella casa, la conocíamos bien. En la cocina no había nadie, estarían todos durmiendo. Nos preparamos dos cafés con leche y cuatro tostadas con Nutella. Y llegó un mensaje de Pedro, esta vez al móvil de Adri. "Que puedes decirme del color violeta? Esto es muy raro, y no sale". Cada vez más confusas por lo ocurrido el día anterior, encendimos el móvil de Lidia, pero nada nuevo. Las fotos y los mensajes eran similares. Hasta que llamó Juan a ese número. Le cogí yo en su lugar. "Ey, dónde te metes?" "Sara? Sal fuera, no sé cómo, pero estoy en el jardín de atrás. Me desperté aquí."
Justo en aquel momento, Lidia abrió la puerta de la cocina. Tenía puesto un pijama de verano, cuya parte de abajo no correspondía con la de arriba. Se peinaba la melena con la yema de los dedos. Adri y yo nos miramos, y le hicimos una seña para que se viera.
-Amiga mía... Por qué tienes las manos...violetas!?
-Buf, esa es una buena pregunta. La Squad debió de liarla ayer.
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Mi camarero favorito
- Por saramillor
- El 08/07/2017
Hacía más de dos años que iba allí a pasar el verano. Málaga tenía algo especial, justo lo que necesitaba en aquella época del año. En principio siempre iba para ver a un par de amigas que había hecho allí en mi primera visita, aquella semana de julio. Y era verdad. Como eran hermanas pasaba aquellos dos meses en su casa. No éramos molestia, porque nos pasábamos el día en la calle. Muchas veces, con más amigos de su pandilla. No nos había hecho falta mucho tiempo para congeniar después de aquel encuentro casual, en una visita guiada al museo Picasso. El caso es que ellas siempre acababan consiguiendo un rato a solas con sus chicos, y ahí era cuando yo me metía en el Starbucks. Me encantaba aquel sitio, y tenía mis motivos. Cruzando la calle, y justo haciendo esquina. En una zona poco transitada, aunque muy cerca del centro de la ciudad. Cogia el sitio de siempre, pegado a la puerta, y entraba dentro. Allí estaba, como todos los veranos. Tan sonriente y calmado. Cada vez que nos vemos, recuerdo el día que nos conocimos, cuando se había equivocado con mi pedido. Me saluda con una caricia en la mejilla y un par de besos, y me pregunta que tal por Madrid. -Lo de siempre, porfa. -Claro, marchando un Cappuccino Freddo para la señorita. Normalmente, me da mi café y voy a tomarlo fuera. Pero si no está muy liado, sale a fumar un cigarrillo y se sienta conmigo. A veces, incluso me invita a algo de comer, como un brownie o un donuts. Él se llama Fran, como bien dice la identificación que cuelga de su uniforme, y tiene veinticinco años, dos más que yo. Es moreno y delgado, peinado siempre con el flequillo a un lado. Nuestras conversaciones en la terraza siempre se algargan, a veces demasiado. Él dispone de veinte minutos de descanso, pero si el tema le interesa, se queda conmigo un rato más, sin importarle la bronca que reciba luego. Y aunque gran parte de las veces discutimos sobre su adicción al tabaco, su compañía es de lo más agradable. Tenemos una relación de amigos, sencilla, a plazos. Más concretamente, mes y medio por año. Aunque a veces querríamos más.
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Málaga.
- Por saramillor
- El 06/07/2017
Jueves, 6 de julio. 22:30. Después de haberme perdido por Málaga un buen rato, haber descubierto decenas de tiendas nuevas y restaurantes de muchos otros países, por fin estoy de vuelta en el hotel. Enfrente del ordenador de aquí, con un café con leche y sin azúcar de la máquina, dispongo de un rato para mí sola. De fondo, una canción tranquila de algún cantante inglés que desconozco. Hoy me he cruzado con tanta gente de otros países, con culturas y formas de pensar diferentes... Sinceramente, me encantaría poder comunicarme con todas ellas. Para observarlas ni siquiera es necesario salir del hotel. En un día y medio que llevo aquí, ya me he cruzado con un par de chicos alemanes, y otros dos coreanos. Parándose a pensar, no somos tan diferentes. Esta mañana hemos desayunado a la misma hora en el bufete, y luego hemos cogido las bicicletas para ir a recorrer la ciudad. Málaga recibe a todo el mundo calurosamente, en todos los sentidos. En su laberinto de calles tanto puedes estar charlando amenamente con un camarero andaluz auténtico y una pareja de madrileños, como probando té moruno en una tetería árabe. Esto encierra las peculiaridades de cada uno de nosotros. Ese pelo rubio, casi blanco, tan típico en los alemanes. La piel quemada de los ingleses. Los ojos rasgados de los orientales. La peculiar vestimenta de las mujeres musulmanas. Definitivamente, no me ha hecho falta más tiempo para darme cuenta de que lo mejor de este viaje ha sido conocer a gente tan distinta, tan bonita.
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Perdidos en la inmensidad
- Por saramillor
- El 05/07/2017
Es la una de la madrugada en esta inmensa explanada de vegetación de todo tipo de verdes. Estamos más o menos a unos treinta y ocho grados, cuarenta dentro de la tienda de campaña. Después de cuatro días allí abandonados apenas nos quedan reservas, además de la mitad de una cantimplora con agua ya caliente, y un par de galletas. Estamos Juan y yo solos, rodeados por la fauna que allí habita. Los otros cuatro marcharon ayer en busca de algún explorador por aquel remoto lugar, y todavía no han vuelto. Los mosquitos nos atacan constante y brutalmente. Están por todas partes. Por suerte, aún disponemos de unas gotitas de alcohol para aliviar el picor, aunque sin mucho efecto. Tampoco podemos tomarnos la libertad de movernos mucho. La brújula y el mapa iban en la mochila que se llevaron los otros. Nosotros empezamos a sufrir las consecuencias. La piel de Juan se cae por momentos a causa de la sequedad, y yo ya he tenido varios ataques de asma, algo inusual en tan pocos días. El medicamento empieza a escasear. Sin ningún punto de referencia, escribo esta carta en papel rasgado de mi cuaderno, lamentándome de haber corrido el riesgo que suponía esta aventura.