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  • El idioma en la sangre (Ganador concurso literario)

    • Por saramillor
    • El 14/02/2020

    Mi querida Nadia. Al fin reúno el valor el valor suficiente para enviarte una carta que llevo meses redactando, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Supongo que cuando leas esto estarás el algún lugar remoto del planeta, refugiada en la naturaleza y sin rumbo fijo. En primer lugar me gustaría pedirte que no te sientas mal por no haberte despedido, entiendo que solo eres un alma libre deseosa de escapar. Me has pedido que te deje ir y eso haré, pero no sin antes dejar constancia del impacto que tus ojos café y tu personalidad explosiva han tenido en mí y en mi familia.
    El libro que te regalé por tu cumpleaños es de mi escritor favorito y cuenta una historia parecida a la de tus padres, sé lo mal que te sentó su divorcio y pensé que te gustaría recordar sus momentos felices. De los nuestros tengo una colección de Polaroids en la pared. Todavía guardo los billetes de avión a Florencia y Ámsterdam, tus destinos favoritos en Europa. Se que esos vuelos te quitaron las ganas de volver a volar pero por favor, no importa de la mano de quien vayas pero nunca dejes de hacerlo. Estás hecha para explorar y descubrir sin ataduras. No sabes lo afortunado que me siento de que España haya sido uno de los destinos de tu  año sabático. Lo que me enamoró de ti no fue tu fisico, ni tu dinero, ni tu procedencia. Fue tu mente inconformista, tu espíritu salvaje, tus ganas de vivir. En seis meses viviendo bajo el mismo techo te ganaste un sitio en mi familia. Compartiste tus costumbres musulmanas con nosotros y aprendiste de las nuestras. Incluso me dejaste que por una vez fuera yo el que te guiara en tus viajes. Nos has enseñado a apreciar lo que tenemos y a dejar ir aquello que no es para nosotros o no nos hace bien. La verdad es que tú me haces mucho bien, pero no eres para mi. Y saber aceptar eso me permitió disfrutar de todo lo que tenías para darme hasta el día en que se me escurrió de las manos. En parte me alegro de que no hayas alargado tu despedida porque no hubiera sido capaz de dejarte marchar mirándote a esos ojos. Si alguna vez te encuentras en un punto muerto y no sabes donde ir, siempre serás bienvenida en casa. A mi madre le encantaría que probaras su receta de tarta de queso y mi padre ya no sabe a quién hacerle sus bromas sin gracia. Incluso mi hermana me cotillea el móvil para ver si aún hablamos. Todavía no he sabido cómo explicarle que, como bien me dijiste, no puedes estar viviendo dos vidas al mismo tiempo y que esa es la razón por la que me has pedido que no intente contactarte. Te pido que me perdones por no haber cumplido mi promesa y haberte escrito esto. He de confesar que algunas noches de verano intento tapar la luna con el pulgar como tú me enseñaste, y se que para que eso se cumpla no importa en qué parte del mundo estés. Supongo que todavía tengo la esperanza de que tú estés haciendo lo mismo… Y sin más hacerte sufrir me voy despidiendo. Allá donde la vida te lleve, recuerda siempre que tus éxitos son los míos también. Con amor, Andrés.

    Lo que Andrés no sabía todavía era que en Pakistán había estallado una guerra como otras muchas de las que Nadia había tenido la suerte de escapar. Ese era el verdadero motivo por el que se había marchado lejos por un tiempo, con el poco dinero de sus padres. Alcanzada por una bomba, yacía en el suelo ensangrentada e inmóvil. Miraba sin parpadear a un cielo gris en el que con tanto humo no conseguía ver esa luna de la que Andrés le hablaba. En la mano todavía sujetaba su carta, y por su mejilla se escurría una lágrima mientras le dedicaba un último suspiro lleno de dolor y amor amargo.

  • Sólo uno más

    • Por saramillor
    • El 15/09/2019

    Un día más es un día menos, y eso es lo que nos queda de verano. Un verano esperado y disfrutado. Un verano diferente al resto porque veranos no hay dos iguales.

    De tres meses que se nos escurrieron de las manos nos quedaremos con decenas de Polaroids, vestidos de blanco en fiestas ibicencas, quedadas por la noche en la piscina, fines de semana saliendo cuatro días non-stop, durmiendo un máximo de cinco horas diarias en una tienda de campaña, porque tiempo a descansar ya tendremos de muertos. Escuchando el ruido de las hojas y el viento en el techo, las risas frente a frente compartiendo auriculares. Confesiones de nuestra versión más sincera a las seis de la mañana. Vacaciones familiares al margen de todo por unos días. Cumpleaños en casas que parecen embrujadas, explorando cada rincón entre telas de araña y cartas en cursiva del 53. Seis horas esperando por Leiva valieron la pena cuando nos dejamos la garganta cantando sus clásicos con la piel de gallina. Pasando de cama en cama porque donde caben dos, caben tres. Y cuatro, incluso cinco si hace falta. Tardes de playa con el viento soplando fuerte y la arena en la cara. Romances, si es que se les puede llamar así, que lo mismo duran meses como dos días contados. Comidas y cenas improvisadas pero a lo grande, o de bienvenida, o sorpresa por un cumpleaños. Con piscina y ping pong. Amistades nuevas, perdidas y fortalecidas. Extranjeras que vuelven a casa un año después. Periodos de hundirse en silencio, sentirse fuera de lugar, conseguir readaptarse y empezar a disfrutar. No sé si es el calor, la salitre, las líneas del moreno, los atardeceres lentos, los destellos en la pupila, las tardes eternas o las noches en la terraza, pero de junio a agosto somos la mejor versión de nosotros. En mayor o menor medida, hoy llega la nostalgia, la incertidumbre, los nervios, las ganas, el miedo… Pero la vida son etapas, e igual que todo lo bueno se acaba, lo malo también. Así que por última vez antes de dormirnos, vamos a mirar hacia arriba y exhalar un profundo suspiro, sabiendo que nos espera un curso duro pero con esperanzas de que todo esfuerzo tenga su recompensa. A por todas.

  • Último Relato Del Curso.

    • Por saramillor
    • El 25/06/2017

    24 de junio de 2017

    En estos últimos días de curso suelen surgir tópicos como:  "gracias por estos 9 meses" "ha sido un curso genial..." y un largo etcétera, que no considero importante.

    Sin duda ha sido un año que ha valido la pena, que ha sido de verdad. Que al principio parecía eterno, pero que se nos escapó de las manos. Este curso aprendimos el valor de las cosas realmente importantes, un concepto de amistad distinto al que conocíamos y todo lo que engloba la palabra aventura.

    Hemos dejado marchar a una persona para que otra nueva llegara en su lugar más de una vez. Nos hemos rodeado de gente de todo tipo, buena y mala, e incluso hemos conocido a chicos de otro país. Hemos estado confundidos hasta por fin encontrar un equilibrio, y vivido experiencias que sin duda repetiríamos. Hemos convivido nueve meses con adultos que nos han enseñado mucho, y con otros que han dejado huella, aunque no siempre en el buen sentido. Nos hemos esforzado por conseguir algo de lo cual ahora recibimos recompensa, y sobre todo, hemos disfrutado con todos y cada uno de los pequeños detalles que nuestro grupo ha ido regalándonos. 

    También es cierto que hicimos muchas cosas mal, que cometimos errores que pudimos haber evitado, que a veces no dimos lo mejor de nosotros, que nos enfadamos con personas a las que guardamos un cariño especial, que no cuidamos lo suficiente algunas cosas, y que lo realmente importante no siempre estuvo en un primer plano, pero de eso se trata. De echar la vista atrás y sentir que ha valido la pena. Por todo ello, gracias.

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